Eran los días posteriores a la gran nevada que cayó en Madrid, a mediados de enero de 2021. Los caminos entre la nieve empezaban a estar más despejados y se podía transitar, con cierto cuidado, ya que las calles se compartían entre coches y peatones. Yo estaba paseando por la avenida Viñuelas con mi cámara analógica, una TLR Yashica Mat124G. Un señor que pasaba le llamó la atención y me hizo un comentario, si todavía se conseguían los carretes de película. Nos pusimos a charlar. El también tenía una cámara como la mía, una Rollei, me dijo, despertando mi más profunda envidia. Me contó que en su época fue periodista, de pluma, pero se llevaba una cámara de fotos para poder ilustrar sus reportajes, no siempre la empresa podía costear periodista y fotógrafo para cubrir los encargos.
Al rato, nos despedimos, pero antes le pregunté si le podía sacar una foto dado su elegante vestir. Me ofreció quitarse la mascarilla, pero eran tiempos de pandemia del Covid19, la mascarilla es el símbolo de la época y le pedí que se la dejara. Luego, cada uno siguió su camino; olvidé preguntarle su nombre.
